Capítulo 3
3 Llegó a las doce y media de la noche (madrugada) hasta el puente que no era más que un paso a desnivel por encima de seis carriles y por debajo, de la misma anchura. Entró en él y se enteró que estaba mal iluminado. Sólo había dos focos del lado por donde él entró y en la vía contraía, dividida sólo por una línea amarilla, tres. Allí abajo, mientras caminaba por la acerca notó el agradable cambio de clima. Allí, cubierto por la gran losa de concreto, se sentía, después de caminar más de cinco kilómetros en línea recta, molido. Pasó un vehículo a gran velocidad viniendo por su espalda y se perdió hacía el fondo del bulevar sin disminuir la velocidad. Lo vio hacerse pequeño entre los miles de luces de la distancia hasta desaparecer. Luego, otro venía hacia él, por la otra vía, también se alejó muy rápido por su espalda. Él ni siquiera se volvió a mirarlo en la distancia. Lo único que quería era descansar un poco, pero suponía que allí, en la acera del puente no era buena idea