Capítulo 5
5 Más adelante, el agente Miller, tendría mucho tiempo para reflexionar la expresión: nada es lo que aparenta. Pero en aquel momento, cuando se enteró del enorme charco de líquido rojo bajo la cabeza de la mujer tirada allí, comprendió que aquello no era tan fácil. —Oprima su frente con el trapo, por favor —rogaba el hombre inmovilizado. La mujer, aparentemente estaba inconsciente. Se levantó y comenzó a revisar signos vitales. En el proceso se manchó con sangre y comprendió que no había sido el procedimiento adecuado. Luego, como sucedía siempre, tendría problemas legales por eso. Parecía haber allí, en el suelo, tanta sangre como para llenar un balde grande. “Mierda, esto es grave” pensó. —No se mueva de allí —le advirtió al recién sometido al tiempo que volvía al coche patrulla— urgiré la ambulancia. Abrió la puerta y notó como quedaban tres puntos de sangre marcados en el llamador. Más problemas legales, pensó: Se metió en el coche, tomó el micrófono (porque n